Las posibilidades que trae la recolección de datos

El mundo está aprendiendo a manejarse en ambientes datificados y los beneficios serán enormes siempre y cuando se logre regular la voracidad capitalista de las empresas.

El gobierno de Estados Unidos mantiene un Programa Federal de Investigación y plan estratégico de desarrollo en Big Data (The federal big data research and development strategic plan o NITRD). Esta iniciativa persigue, como todo programa de datos, mejorar la precisión de las decisiones en un ambiente de innovación orientado hacia el descubrimiento y el conocimiento. Algunas de las necesidades prioritarias para posibilitar este logro son promover políticas que favorezcan una mejor gestión de los datos y de la manera en que se comparten; entender que implican las grandes colecciones de datos y cómo manejarlos con respeto a la privacidad, seguridad y ética.

Quizá uno de los beneficios más importantes de la datificación es que le ha dado a las empresas un mayor conocimiento del consumidor y ha orientado a la industria a siempre ajustarse a nuestras necesidades. Las industrias basadas en datos han llegado a la conclusión de que las personas no son manipulables pero sí influenciables si se logra estar a tono con sus necesidades (Solis, 2018). Los anunciantes han optado por privilegiar como mecanismo de identificación con su audiencia a quienes critican los productos y han visto que es mejor que sean sinceros, lo cual detona un círculo virtuoso de mejora técnica y comunicativa potenciada por el marketing contextual eternamente actualizado. 

““No puedo imaginar lo que la gente hará, si pudiera imaginarlo habríamos fallado” Tim Berners Lee

Según Heggie (2019) quizá solo el 0.5% de los datos accesibles del mundo están siendo analizados y usados, pero los volúmenes se duplican cada dos años. El futuro es prometedor en diversos campos: en las granjas, al monitorear con sensores los suelos, los animales y la maquinaria; y en el cuidado de la salud, al tener la posibilidad de estudiar grandes poblaciones y al individuo en concreto a través dispositivos portátiles para poder predecir epidemias y detectar y entender enfermedades, lo cual llevará a una mejora de la calidad de vida.

Según Nills Müeller (2017), especialista en exploración de tendencias futuras para guiar el desarrollo de las empresas, ya en 2010 se dio inicio al internet de las cosas o web 4.0 y en 2015 sucedió la web de los pensamientos o 5.0, caracterizada por considerar a la Inteligencia Artificial como asistente, así como por el procesamiento de voz, los chatbots, la identificación facial, entre otras. Según esta idea, en 2020 comenzará la bioweb donde se integraría la tecnología al hombre simbióticamente mediante exoesqueletos, implantes, prótesis, interfases de control cerebral, etcétera. 

Las ciudades serán inteligentes, con edificios, transporte, instituciones y servicios que se comunican unos con otros para satisfacer las necesidades de sus usuarios (Arango Sarmiento, 2017). Siri, Cortana o Alexa serán los prototipos que se conviertan en tecnología con mayores capacidades e incluso apoyos especiales, compañeros, enfermeros, auxiliares, choferes, gestores, consejeros, entre otros. 

Con el nuevo formato de la red de datos global se vislumbran capacidades inimaginables, por lo que Tim Berners Lee expresó: “No puedo imaginar lo que la gente hará, si pudiera imaginarlo habríamos fallado” (Ray, 2010), cuando le preguntaron qué aplicaciones suponía que alcanzaría la red. La continua convergencia y desarrollo de tecnologías dan a esta web un horizonte insospechado e impulsado por la Inteligencia Artificial en diversos campos como la representación del conocimiento y el razonamiento (Knowledge Representation and Reasoning), una disciplina que integra hallazgos de la psicología sobre cómo los humanos resuelven problemas complejos, como realizar un diagnóstico médico o tener un diálogo en lenguaje natural.